sɐsoɔ әnb әs әɯ uɐʌ opuәᴉɹɹnɔo , lɐʇ zәʌ ou uɐƃuәʇ ᴉu sәᴉd ᴉu ɐzәqɐɔ , oɹәd ᴉsɐ ʎos oʎ , ɐ sәɔәʌ oɔol , ɐ sәɔәʌ un oɔod ···

domingo, 6 de marzo de 2011

El padre, el hijo y el burro. (Por Tronco)


Érase una vez, hace muchos años atrás… 
Un padre y un hijo, cuyos nombres eran Isidro y Joaquín, vivían en el campo ya que eran ganaderos trashumantes, poseían trescientas cabezas de ganado ovino, entre ellas algunas cabras y machos cabrios, también tres fieles perros cuidadores del rebaño, y como todo buen ganadero que se precie, un burro de largas orejas, con pelaje grisáceo en el lomo y blanca panza. 


Vivían en una humilde casa en el Valle de Tena, muy cerca de Panticosa, esta era su residencia en los meses estivales, ya que cuando los primeros copos de nieve anunciaban la llegada del invierno, debían de desplazarse en busca de los últimos brotes verdes para alimentar a su rebaño. 
Había llegado el día de ponerse en marcha, recogieron sus pocas pertenencias, únicamente las que fuesen de utilidad, y los alimentos justos y necesarios para llegar a Jaca, donde repondrían los mismos. 


Ya llevaban cuatro lunas caminando por el monte, tanto el padre como el hijo se tenían un amor muy especial, fruto de las largas jornadas pasadas juntos, su compenetración era tal, que se comunicaban más, por sus silencios que por sus palabras. 
Entrando en Jaca el hijo se abría paso, entre sus calles y sus gentes montado sobre el burro, los tres perros en los flancos y el padre cerraba el rebaño con su andar cansino, apoyándose en su larga vara. Cuando estaban saliendo del pueblo, un grupo de hombres y mujeres del lugar cuchicheaban algo… el padre que cerraba el ganado, dotado de muy buen oído escucho algo que le dejo perplejo; ¿os habéis fijado que mal hijo? va montado sobre el burro mientras su padre se ve obligado a caminar, no quisiera tener yo, un hijo así. 


Llegada la noche y junto al fuego, el padre le contó a su hijo lo que este había escuchado, los dos no salían de su asombro, ¿como podían pensar que su hijo era malo sin conocerlo? estas palabras les hizo mucho daño a ambos, e idearon un plan para no ser presa de la critica de los demás. 
Habían llegado a Sabiñanigo, cuando el día clareaba, la gente se amontonaba afanosamente para montar los puestos del mercado, esta vez el padre abría camino montado sobre el burro, los perros apretaban al ganado para que no se dispersara, y el hijo cerraba el rebaño, llegados a la salida del pueblo tres hombres holgazaneaban al sol, cuando empezaron a espetar; ¿habéis visto una cosa igual? el padre montado en el burro y su hijo andando, este padre no quiere a su hijo, pobre criatura. 


De nuevo, los dos sentados frente a la calor del fuego, comentaban lo sucedido sintiéndose abatidos, ¿como podían pensar que no quería a su hijo?, era la persona que más amaba en el mundo, esto daño la sensibilidad del padre, más que si le hubieran clavado un cuchillo en el corazón, no pego ojo en toda la noche pensado en que hacer, para evitar comentarios tan dolorosos. 


Cinco jornadas más tarde, entraban en Huesca a media tarde, el día estaba siendo lluvioso, y se habían calado hasta los huesos, las calles estaban casi desiertas, esta vez los dos iban montados sobre el burro, dos perros en los flancos y uno cerraba el rebaño, en el centro de la ciudad había gente en los porches, guarneciéndose de las ultimas gotas de lluvia, cuando estaban a punto de sobrepasar la plaza, se escucho una voz en grito; ¡¡pero serán bestias!! que quieren matar al pobre burro, hay gente que no merece tener animales, que les ayuden en sus tareas.


Llegada la noche, padre e hijo se miraban sin entender absolutamente nada, esta vez no habían encendido ni el fuego, estaban completamente absortos, en sus cabezas aun resonaban las palabras, que les habían dejado en evidencia delante de todo el mundo, culpándoles de ser malos ganaderos, ¿como podían haber pensado aquello?, ellos que mimaban a sus animales hasta extremos inimaginables. Despertaron con los primeros rayos del sol, acariciando el mismo sus cuerpos, acurrucados debajo de las mantas, con dulce calidez, atendieron a los animales antes de desayunar y se pusieron en marcha, les esperaba un largo camino hasta llegar a Zaragoza. 


De lejos ya divisaban las cuatro torres y las cúpulas centrales, de la grandiosa Basílica del Pilar, entraron en dirección al Puente de Piedra, esta vez nadie podría hacerles daño con sus palabras, habían urdido un plan que no podía fallar. Padre e hijo, caminaban el uno al lado del otro abriendo camino, los perros al igual que siempre cerraban los flancos, y cerrando el rebaño el burro caminaba solo. 


Atravesaron toda la ciudad, esta vez no habían escuchado ningún comentario, su plan había funcionado, a partir de ahora nadie les haría daño con sus palabras… pensaron para si mismos. Se situaban ya en las afueras, cuando al paso por una huerta, un hortelano que tiraba de azada, al verlos pasar dijo; si Dios le da pan a quien no tiene hambre, pues no tienen un burro para ir montados, y van los dos tontos del bote a pie, y yo tirando de azada. ¡¡Anda queeee!!



Todo lo que digamos o hagamos, siempre estará expuesto al juicio condicionado de los demás, por la gran variedad de pensamientos que nos rodean. Aprobación y desaprobación, son las dos llaves de la misma celda. Hacer caso en demasía a cualquiera de ellas, nos exime de la responsabilidad, que sin temor deberíamos de aceptar, para tener el poder de pensar y actuar con libertad.

1 comentario:

  1. Hola hola amigo, muy chula la fotico del burro. Vaya casualidad el padre se llama isidro como el mio, y el hijo como yo, el burro...........bueno todavia no nos conociamos, je je je (es broma)
    1 abrazo CRACK, chao, chao.

    ResponderEliminar

liztormail@gmail.com