Esta noche, como otros muchos zaragocistas, no puedo dormir, el zaragocismo que corre por mis venas no me deja pegar ojo.
Cuando el balón entraba en nuestra portería a los 15
segundos el mundo se me vino abajo, un mundo zaragocista en el que los
sentimientos pueden más que la cabeza. Algunos siguen sin entender que el Real
Zaragoza es una forma de vida, en el que, al menos para mí, no es necesario
odiar a nadie, para querer más a lo mío.
Llevo toda la noche sin pegar ojo, tal vez a los que no
saben que es sentir muy adentro el amor por un equipo, esto le suene a
exagerado. Tal vez algunos pensarán que hay cosas en la vida mucho más
importantes que unos cuantos hombres que usan el fútbol como un negocio y que
ellos no son merecedores de mis desvelos.