El Real
Zaragoza lleva 7 años sin meter un gol en Pamplona, yo pensaba que iba a llegar
el día, pero nada todo siguió igual.
Este partido
iba a ser especial por muchos motivos, por orden cronológico, os los voy a ir explicando.
El primero
es que viendo los comentarios vertidos por “los míos” me refiero a los
aficionados del Real Zaragoza, en las redes sociales, a raíz del acto de
hermanamiento entre las federaciones de peñas, he visto que la campaña dejó
abiertas demasiadas heridas entre la propia afición, y que cualquier iniciativa
que sea tomada por los “ganadores” será puesta en duda por los que no ganaron
en las urnas.
Lo segundo,
el acto como tal, fue un paso, en mi parecer importante, pero aún nos queda
muchísimo camino por recorrer.
Lo tercero, seguimos
con los insultos en el campo, algunos piensan que si te insultan hay que
contestar, yo pienso que dos no discuten si uno no quiere, si les contestas les
das alas, no hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Pero…
Lo cuarto y más
importante para mi, y ya dejo la opinión para contar hechos.
Llegué
bastante tiempo antes al Sadar, allí había quedado con Sixto, un amigo con el
que nos tomamos unas cervecicas en los aledaños del campo. En el Txoko del
Sadar, en las entrañas del mismo, vimos entrar gente , posiblemente del
hermanamiento, con bufandas zaragocistas sin que nadie del bar , totalmente
lleno, les dijera una palabra.
Ya nos
dirigimos a por las acreditaciones. Yo iba acreditado por Diario Aragonés, era una nueva experiencia y estaba
nervioso. Ya había estado como tal en el amistoso frente a la Real en Bergara,
pero esto era de primera división, no un campo de un pueblecico , en el que nos
trataron de cine, pero no tenían medios.
Ya entramos,
y justo en el momento de coger las alineaciones sonó el móvil, era Luís Rubio para pedirme las primeras impresiones, allí
me quedé solo en la puerta del ascensor, hablando con él.
Al terminar
me monto, un grupo de gente trajeada se
monta en el ascensor y yo con ellos, se bajan, y yo con ellos, resulta que era
la zona VIP, pero no me dejaron ni acercarme a los canapés. Una azafata me
indica que yo voy a la planta quinta.
De nuevo al ascensor y allí una fila enorme de cabinas , la mía casi al final, justo al lado del sítio reservado a los visitantes. Un grupo de chavales de unos 15 a 18 años, justo en la última fila, pegados a mi cabina.
De nuevo al ascensor y allí una fila enorme de cabinas , la mía casi al final, justo al lado del sítio reservado a los visitantes. Un grupo de chavales de unos 15 a 18 años, justo en la última fila, pegados a mi cabina.
Nueva
llamada, y yo que cuento que de momento el campo está semivacío, menos la zona
ultra de graderío sur.
Los equipos
calientan sobre el césped, de repente comienzan los pitos, son porque el Real
Zaragoza se vuelve a vestuarios.
Allí me junté con un periodista amigo, pamplonica y
osasunista, hablamos un rato y nos deseamos suerte mutua, con la boca pequeña.
Salen los equipos , aplausos y pitos para unos y otros.
Los chavales de delante de mí empiezan a corear las canciones insultantes hacia nuestra región y su capital.
Al poco gol de Osasuna, tras los gritos de gol, arrecian los insultos.
Los antidisturbios delante de mi mandan callar a uno de esos adolescentes, por gritar contra los pocos aficionados zaragocistas: “Españoles , hijos de p… “ . El resto del grupo baja la cabeza y se ríe.
Salen los equipos , aplausos y pitos para unos y otros.
Los chavales de delante de mí empiezan a corear las canciones insultantes hacia nuestra región y su capital.
Al poco gol de Osasuna, tras los gritos de gol, arrecian los insultos.
Los antidisturbios delante de mi mandan callar a uno de esos adolescentes, por gritar contra los pocos aficionados zaragocistas: “Españoles , hijos de p… “ . El resto del grupo baja la cabeza y se ríe.
El partido seguía. El real Zaragoza lo estaba haciendo bien,
solo faltaba el gol. Flaño derriba a Bienvenu cuando se iba solo hacia la
portería de Fernández, solo le sacan la amarilla. Era más roja que la propia
camiseta de Osasuna…
Al poco empiezan a entrar más antidisturbios, marcan la
línea de separación entre los aragoneses y los navarros a la espera de que
lleguen los Ligallos.
Los chavales de delante de mí se alborotan, comienzan a levantarse nerviosos, a comentar cosas entre risas, sin prestar atención al césped, solo a la puerta por la de entrada por la que próximamente iban a entrar “los enemigos”.
Así fue, cuando entraron, los insultos subieron de tono, por ambos lados las peores palabras hacia el otro salían de ambos bandos.
Los chavales de delante de mí se alborotan, comienzan a levantarse nerviosos, a comentar cosas entre risas, sin prestar atención al césped, solo a la puerta por la de entrada por la que próximamente iban a entrar “los enemigos”.
Así fue, cuando entraron, los insultos subieron de tono, por ambos lados las peores palabras hacia el otro salían de ambos bandos.
Así ambos siguieron todo ese tiempo, haciéndome estar dentro
de mi cabina todo ese periodo de pie para poder ver el césped, ya que los que
tenía delante ya no se sentaron.
Llegó el descanso, yo estaba esperanzado, a mi me había
gustado como habíamos jugado.
En el descanso, volví a recibir la llamada desde Radio Ebro,
y tras ella me fui a dialogar con mi amigo osasunista antes mencionado. Este me
reconoció el buen juego de los nuestros y la tarjeta roja perdonada.
Hablamos un poco de los ultras de “delante” y nos fuimos cada uno a lo nuestro. Yo me cambié de cabina, los adolescentes de antes ya me habían amargado bastante.
La segunda parte, ya sabemos como fue. Insultos varios en la grada. Una bengala y varios petardos en graderío sur. Por suerte no escuché blasfemias… apenas. En el campo, el Real Zaragoza bajó la intensidad y Osasuna no supo matar el partido a pesar de que tuvo ocasiones.
Hablamos un poco de los ultras de “delante” y nos fuimos cada uno a lo nuestro. Yo me cambié de cabina, los adolescentes de antes ya me habían amargado bastante.
La segunda parte, ya sabemos como fue. Insultos varios en la grada. Una bengala y varios petardos en graderío sur. Por suerte no escuché blasfemias… apenas. En el campo, el Real Zaragoza bajó la intensidad y Osasuna no supo matar el partido a pesar de que tuvo ocasiones.
Y así acabó el partido. De allí corriendo a la sala de
prensa, 5 pisos por las escaleras, hablando con el amigo osasunista que me
comentaba el sufrimiento con el que había pasado el partido, pero que se lo
cambiaba por el mío, especialmente por el final.
Allí con el móvil preparado, para transmitirla por Radio
Ebro.
En la rueda de prensa vi a un Jiménez enfadado, nervioso, y obviamente triste.
En la rueda de prensa vi a un Jiménez enfadado, nervioso, y obviamente triste.
De ahí de nuevo bajé a la “zona mixta” donde poco a poco fueron
pasando los protagonistas.
Pude ponerle a mi tocayo Roberto al teléfono para que hablase con Luís Rubio, allí estaba yo, como un periodista más, hasta que el autobús del Real Zaragoza, fuertemente custodiado hizo que poco a poco la zona mixta se fuera vaciando, reclamando a Movilla por medio del claxon que saliese.
Y así acabó el día, yo regresé a mi casa, en Tierra Comanche no sin antes despedirme de Sixto que también regresaba a la suya en la capital aragonesa.
Esto es lo que viví, en una nueva derrota de los nuestros en Tierra Comanche, en la que al menos , lo positivo es que seguimos por delante en el golaveraje.
El jueves os contaré más cosas desde aquí, desde Tierra Comanche.
Pude ponerle a mi tocayo Roberto al teléfono para que hablase con Luís Rubio, allí estaba yo, como un periodista más, hasta que el autobús del Real Zaragoza, fuertemente custodiado hizo que poco a poco la zona mixta se fuera vaciando, reclamando a Movilla por medio del claxon que saliese.
Y así acabó el día, yo regresé a mi casa, en Tierra Comanche no sin antes despedirme de Sixto que también regresaba a la suya en la capital aragonesa.
Esto es lo que viví, en una nueva derrota de los nuestros en Tierra Comanche, en la que al menos , lo positivo es que seguimos por delante en el golaveraje.
El jueves os contaré más cosas desde aquí, desde Tierra Comanche.
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