Capítulo 28
Después de comer, una vez en casa.María sacó el portátil y comenzó a teclear.
Bajo la atenta mirada de Trebor, Emma y Estrella, que no separaban los ojos de la pantalla, María fue entrando en diferentes apartados de una página, hasta que llegó a una en la que salía el despacho de Anselmo en tiempo real.
En estos momentos no estaba, por lo que la imagen mostraba la mesa de escritorio y por medio de un gran angular, tres de las paredes del mismo.
Era un vídeo sin sonido.
María retrocedió en el tiempo de la imagen, hasta llegar al momento en que Estrella y Trebor hablaban con Anselmo.
Vieron la cara de Anselmo en el momento de decirle lo del rapto, lo que dijo e hizo a continuación, el idioma gestual demostraba que estaba nervioso y que estaba mintiendo cuando dijo que era una chiquillada, tal y como Trebor y Estrella ya lo habían presagiado en su momento.
Cuando Anselmo se había quedado solo, vieron en el vídeo que se dirigió a la pared donde había un cuadro, lo había descolgado, y mirando en su parte trasera, había sacado algo pequeño, que bien podría ser el pen drive que el "Cubo Blanco" estaba buscando.
Anselmo jugueteó inquieto con el pen drive entre las manos, mirando a todos los lados del despacho, como buscando un buen escondite para el mismo.
Finalmente colgó de nuevo el cuadro, y se acercó a otro pequeño cuadro en la pared de enfrente, este se "abrió como una puerta, dejando ver una pequeña caja fuerte tras él.
Anselmo tecleó una clave, 4721, lo hizo dos veces, y tras ello, una pequeña luz roja parpadeó junto al teclado numérico y acto seguido se quedó fija unos segundos, para que Anselmo tirando de una pequeña manilla abriera el mecanismo y con cuidado introdujese el pen drive en la caja fuerte camuflada.
Anselmo la cerró, se percató en dos ocasiones que estaba bien cerrada, miró a todos los lados, como si buscase a alguien y puso el pequeño cuadro en su sitio,
En un armario, al lado de su escritorio tenía otra caja fuerte, esta era grande, ostentosa, Anselmo sacó una llave del cajón, sacó otra de su manojo de llaves, donde tenía las de casa, e introduciendo ambas en las dos cerraduras de la caja, las giró, abriendo la caja y sacando unos documentos, y dejándolos encima de la mesa.
Cerró la caja y se puso a revisarlos, mirando una y otra vez el cuadro que escondía la caja fuerte del pendrive, con nerviosismo.
Trebor le dijo a María:
- ¿Puedes pasarlo rápido?
María le dio a velocidad al vídeo, primero al doble, después al 4, al 8, al 12... solo se veía a Anselmo leyendo los documentos, pasando hojas, volviendo a releerlas, de vez en cuando miraba el móvil.
Así largo rato, hasta que miró a la puerta, y apareció de espaldas un hombre, de mediana edad, al que Anselmo parecía conocer, dado la sonrisa de su cara al recibirlo., aunque parecía una sonrisa forzada.
Estuvieron hablando unos minutos, Anselmo lo despidió dándole la mano serio, y al darse la vuelta, Trebor dijo en voz alta:
- Paralo, María. Dale para atrás.
En la pantalla aparecía el hombre que había ido a ver a Trebor al hotel, y lo más inquietante es que parecía estar mirando a la cámara con una sonrisa y gesto cómplice, como si supiese lo de la cámara.