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lunes, 6 de marzo de 2023

Cuento infantil . Moly, una perrita asustadiza.

 

Esta es la historia de una perrita, una perrita muy pequeña que vivía en la calle.

No estaba con sus padres porque cuando era muy muy pequeña, y como era muy miedosa, oyó un petardo y salió corriendo, ella corrió y corrió, y se perdió.
Sus padres la buscaron por todas partes, pero no consiguieron encontrarla.

Ella vivía en una caja de cartón que había en un basurero.

Por el día dormía, con un ojo abierto y otro cerrado, pendiente de cualquier ruido, porque era muy muy miedosa.

Por la noche, cuando no había nadie en la calle salía a buscar comida.

Iba a los contenedores y siempre había algo que los humanos habían tirado, pan, carne, bollos... Y así iba pasando los días, asustada con todo, escondida todo el día.

Pero una noche al acercarse a los contenedores un coche la deslumbró y su miedo la paralizó.

El coche pasó muy cerca y le golpeó la patita.

Moly oyó un “crack” y sintió un dolor muy fuerte en su pata ...

Cayó hacia atrás entre los contenedores sin poder moverse hasta que una pareja de humanos la recogió.

Ella estaba, como siempre, muy asustada.

Los humanos la llevaron a la veterinaria, la doctora Curaperros (ese no era su verdadero nombre, pero todo el mundo la llamaba así).

Allí le curó la patita y al tiempo una familia con dos niñas la llevó a su casa.
Al principio, se pasaba el día en su camita, hecha un ovillo, y solo salía para ir a la calle, donde ella no estaba a gusto, porque tenía miedo a todo, a los coches, a los perros, a la gente, a los aviones…

Un día salió con el padre, y cuando ya estaban cerca de casa, una bocina la asustó, Moly corrió muy rápida y al llegar al final de su cadena, pegó un golpe y la rompió… siguió corriendo, por suerte es una perrita muy lista y se fue al portal, perseguida por su humano, que la llamaba nervioso…

Pero cada día que pasaba las niñas jugaban más con ella, Moly ya salía de la cocina e iba a las habitaciones de sus nuevas amigas, le encantaba estar con ellas, le acariciaban, le daban “chuches” , le hablaban… ella no las entendía, pero le gustaba ver sus caras sonrientes mientras le pasaban la mano por su cabecita y escuchar sus voces.

Poco a poco el salir a la calle ya no le daba miedo, cuando veía otro perro, sus humanas le dejaban que jugase con él .
Empezaba a conocer a todos los perritos del barrio, le gustaba pasear por el día viendo a las palomas y los patos que jugaban en un lago cercano.
Poco a poco perdió el miedo y Moly se dio cuenta que sin ese miedo podía disfrutar más de todo.
Los papás humanos de la casa también le hacían compañía y ella se sentía querida por todos.

En la calle se sentía protegida por su “nueva familia humana”, le encantaba ir a ver a un perro lanudo, al que ella llamaba Lanas, que siempre estaba en el balcón, en un primer piso. Moly, que apenas ladraba, a Lanas, le llamaba desde abajo, y en la distancia se contaban cosas. Los humanos sonreían al ver a los dos tan contentos.

Lo que más le gustaba a Moly era morder cuerdas, hasta llegar a esta casa , las cuerdas que ella se encontraba en la calle, habían sido sus únicos juguetes, por eso cuando su nueva familia le trajo un juguete de cuerda de los de verdad, los mordisqueaba muy contenta… la verdad es que se rompían muy fácil, pero aunque al principio sus humanos parecía que no les gustaba que lo hiciese, después pareció no importarles , porque cuando lo rompía le daban siempre otro .

Moly se acostumbró a comer como los humanos, desayuno , comida y cena, porque antes , cuando vivía en la calle, comía lo que podía y cuando podía.

Moly tenía muchos abriguitos, y cuando salía a pasear con sus humanos , siempre se los ponían. Moly estaba muy contenta, porque ella era muy friolera, y así no tenía frío.

Cada vez era menos miedosa, y aprendió a hacer cosas que no sabía, como dar la patita, salir a la puerta a recibir a los humanos cuando volvían a casa, a recoger la pelota cuando se la tiraban.
Los humanos se ponían muy contentos con ella, le acariciaban, le daban chuches de perro y ahora sí los entendía a medias, ya sabía que ella era “Moly” , y por el tono de su voz sabía que les gustaba tenerla en casa.

Moly, la miedosa Moly seguía siendo una pequeña perrita, pero ahora era una perrita feliz.

Moly pasó de ser una “vagabunda” a ser la princesa en una casa de humanos.


 

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