Esta es la historia de una perrita, una perrita muy pequeña
que vivía en la calle.
No estaba con sus padres porque cuando era muy muy pequeña,
y como era muy miedosa, oyó un petardo y salió corriendo, ella corrió y corrió,
y se perdió.
Sus padres la buscaron por todas partes, pero no consiguieron encontrarla.
Ella vivía en una caja de cartón que había en un basurero.
Por el día dormía, con un ojo abierto y otro cerrado,
pendiente de cualquier ruido, porque era muy muy miedosa.
Por la noche, cuando no había nadie en la calle salía a
buscar comida.
Iba a los contenedores y siempre había algo que los humanos
habían tirado, pan, carne, bollos... Y así iba pasando los días, asustada con
todo, escondida todo el día.
Pero una noche al acercarse a los contenedores un coche la
deslumbró y su miedo la paralizó.
El coche pasó muy cerca y le golpeó la patita.
Moly oyó un “crack” y sintió un dolor muy fuerte en su pata
...
Cayó hacia atrás entre los contenedores sin poder moverse
hasta que una pareja de humanos la recogió.
Ella estaba, como siempre, muy asustada.
Los humanos la llevaron a la veterinaria, la doctora Curaperros
(ese no era su verdadero nombre, pero todo el mundo la llamaba así).
Allí le curó la patita y al tiempo una familia con dos niñas
la llevó a su casa.
Al principio, se pasaba el día en su camita, hecha un ovillo, y solo salía para
ir a la calle, donde ella no estaba a gusto, porque tenía miedo a todo, a los
coches, a los perros, a la gente, a los aviones…
Un día salió con el padre, y cuando ya estaban cerca de casa, una bocina la
asustó, Moly corrió muy rápida y al llegar al final de su cadena, pegó un golpe
y la rompió… siguió corriendo, por suerte es una perrita muy lista y se fue al
portal, perseguida por su humano, que la llamaba nervioso…
Pero cada día que pasaba las niñas jugaban más con ella, Moly ya salía de la
cocina e iba a las habitaciones de sus nuevas amigas, le encantaba estar con
ellas, le acariciaban, le daban “chuches” , le hablaban… ella no las entendía,
pero le gustaba ver sus caras sonrientes mientras le pasaban la mano por su
cabecita y escuchar sus voces.
Poco a poco el salir a la calle ya no le daba miedo, cuando veía otro perro,
sus humanas le dejaban que jugase con él .
Empezaba a conocer a todos los perritos del barrio, le gustaba pasear por el
día viendo a las palomas y los patos que jugaban en un lago cercano.
Poco a poco perdió el miedo y Moly se dio cuenta que sin ese miedo podía
disfrutar más de todo.
Los papás humanos de la casa también le hacían compañía y ella se sentía
querida por todos.
En la calle se sentía protegida por su “nueva familia humana”, le encantaba ir
a ver a un perro lanudo, al que ella llamaba Lanas, que siempre estaba en el
balcón, en un primer piso. Moly, que apenas ladraba, a Lanas, le llamaba desde
abajo, y en la distancia se contaban cosas. Los humanos sonreían al ver a los
dos tan contentos.
Lo que más le gustaba a Moly era morder cuerdas, hasta llegar a esta casa , las
cuerdas que ella se encontraba en la calle, habían sido sus únicos juguetes,
por eso cuando su nueva familia le trajo un juguete de cuerda de los de verdad,
los mordisqueaba muy contenta… la verdad es que se rompían muy fácil, pero
aunque al principio sus humanos parecía que no les gustaba que lo hiciese,
después pareció no importarles , porque cuando lo rompía le daban siempre otro
.
Moly se acostumbró a comer como los humanos, desayuno , comida y cena, porque
antes , cuando vivía en la calle, comía lo que podía y cuando podía.
Moly tenía muchos abriguitos, y cuando salía a pasear con sus humanos , siempre
se los ponían. Moly estaba muy contenta, porque ella era muy friolera, y así no
tenía frío.
Cada vez era menos miedosa, y aprendió a hacer cosas que no sabía, como dar la
patita, salir a la puerta a recibir a los humanos cuando volvían a casa, a
recoger la pelota cuando se la tiraban.
Los humanos se ponían muy contentos con ella, le acariciaban, le daban chuches
de perro y ahora sí los entendía a medias, ya sabía que ella era “Moly” , y por
el tono de su voz sabía que les gustaba tenerla en casa.
Moly, la miedosa Moly seguía siendo una pequeña perrita, pero ahora era una perrita
feliz.
Moly pasó de ser una “vagabunda” a ser la princesa en una casa de humanos.
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