Ayer 27 enterramos a mi suegra, "personalicé" una poesía para ella y escribí una carta de despedida para que leyese su hija, mi mujer.
Quiero tenerla aquí en mi blog
Ver la despedida en el funeral
La poesía
No te detengas ante su tumba y llores
No está aquí, no está durmiendo.
Aurora es los vientos que corren por el horizonte.
Los pequeños copos de nieve del invierno.
En los verdes campos, ella es la luz del sol,
que ilumina y calienta.
La delicada y suave lluvia, esa es Aurora.
Al amanecer , es el trino de las aves que cantan
y las tenues estrellas que brillan al anochecer.
No te detengas ante su tumba a llorar,
Porque Aurora no está ahí, No está muerta.
Sigue viva en nuestro recuerdo,
sigue viva en nuestros corazones.
La carta de despedida
Hoy despedimos a Aurora, mi madre, una mujer buena.
Aurora, se ha ido poco a poco, luchando contra la enfermedad , sorprendiendo a propios y extraños, demostrando que era más fuerte de lo que ella misma creía.
Aurora, una esposa, una madre, una abuela, una hermana, una persona que era feliz estando rodeada de su familia, y que así nos dejó, porque los últimos días todos, la hemos acompañado en ese último viaje.
Ella era feliz los domingos que íbamos a su casa toda la familia a comer, lo de menos era la comida, ella era feliz con todos .
Las celebraciones familiares eran algo importante, no por ser celebraciones, sino por lo segundo, por ser familiares.
Aurora era pesimista por naturaleza, eso es innegable, pero era un pesimismo preocupado, porque lo que más le importaban eran sus seres queridos, tenía miedo a que algo pasase , a que cualquier ser querido lo pasase mal, sufría por ellos, por nosotros, por todos.
La marcha de su hija mayor, Blanca, la marcó en los últimos momentos de su vida, fue un mazazo para todos, pero muy en especial para ella, y más en tiempos de covid, un virus que le impidió estar rodeada de toda su familia, que es lo que más le gustaba.
No ha podido llegar a ver a su bisnieta, pero seguro que allá donde esté , estará velando por ella, junto con Blanca.
Aurora se fue poco a poco, al final casi sin hacer ruido, pidiendo perdón , en sus momentos de lucidez, por "la guerra que daba" .
Siempre acompañada de Laureano, su fiel compañero , que tras 61 años de casados, no se marchaba por la mañana de casa sin darle un beso de despedida.
Mamá, Aurora, estará ahora feliz de ver que estamos aquí juntos, en tu pueblo Iza, donde siempre quiso estar donde estará para siempre, para despedirnos de ti, o en realidad no, porque como dice la frase, nadie muere del todo mientras permanezca en el recuerdo, en el corazón de alguien, y estoy segura de que todos los que aquí estamos, llevamos una parte de ti con nosotros, siempre te recordaremos, gracias mamá por estar siempre ahí.
Te quiero mamá.
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