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lunes, 13 de abril de 2020

Cuento infantil . Potocó y Patoribio.


Habíase que se era, un pequeño potrillo llamado Potocó. 

El motivo de ese sonoro nombre es el ruido que hacía con sus pequeños cascos cuando andaba por la cuadra, potocó, potocó, potocó.
Potocó vivía en una pequeña granja de patos, rodeada de monte.
Todos los patos iban a su aire y apenas le hacían caso a nuestro protagonista, que había llegado hacía unos días a la granja, cuando su dueño lo había comprado en la feria del pueblo.
Solo un pato, llamado Patoribio se acercaba a saludarle todas las mañanas.
Poco a poco, Potocó empezó a hablar con Patoribio, le preguntaba cosas de la granja y el pato, que le encantaba contar historias, la mayoría inventadas, le alegraba las mañanas , mientras Potocó comía hierba bajo un árbol.
Patoribio , además de contar historias le gustaba escaparse del corral, dando un salto pasaba por encima de la valla y su diversión favorita era ir a la ventana a escuchar la radio , una radio que estaba todo el día encendida, porque el granjero, que vivía solo le gustaba escuchar voces al llegar a casa.
Un día empezaron a hablar de una carrera que se celebraba en el pueblo, una auténtica carrera de caballos, iban a ir los mejores caballos de la comarca.
Un día empezaron a hablar de una carrera que se celebraba en el pueblo, una auténtica carrera de caballos, iban a ir los mejores caballos de la comarca, enseguida se lo fue a contar a Potocó.
Potocó esa noche no pudo dormir, él quería ir a esa carrera, quería ver a más caballos.

Por la mañana empezó a entrenar, era muy curioso ver a Potocó y a Patoribio montado sobre su lomo, como el mejor jinete, dándole ánimos a Potocó:
Corre, potocó, corre , le gritaba.
El caballito ponía todas sus ganas, corría y corría dando vueltas por el cercado, con su amigo Patoribio sobre su lomo.
El granjero los miraba entre extrañado y divertido.

Los días pasaban y Potocó cada vez lo hacía mejor y más deprisa.
Sabían que el granjero iría a la carrera, porque se lo había comentado a su vecino, y Patoribio, que además de hablar mucho le gustaba escuchar todo lo que pasaba en la granja, se lo había escuchado .

El resto de los patos no entendían la amistad del caballo y de Patoribio, porque Potocó no era un pato, pero a los dos amigos no les importaba que les mirasen raro , ellos eran felices con sus carreras,  Potocó se lo tomaba muy en serio los entrenamientos y cada día lo hacía mejor.

El granjero cada vez estaba más impresionado , cada vez que los miraba, Potocó y Patoribio corrían con más ganas.

Llegó el día de la carrera, y Potocó estaba muy nervioso.
Se levantó temprano y salió al cercado corriendo, cuando de repente vió alejarse a la furgoneta del granjero.
Empezó a relinchar con fuerza y a golpear con los cascos el suelo, potocó, potocó, potocó, intentando llamar la atención del granjero.
Pero solo consiguió que salieran todos los patos, con Patoribio delante de todos , que no entendían el por qué de tanto ruido.
Potocó comenzó a llorar desconsolado, el granjero no le había llevado a la carrera...
Pero Patoribio no era un pato que se rindiese fácilmente, de un salto se subió al lomo del caballito y empezó a gritar:
Arre, arre Potocó, vamos a correr la carrera.
Potocó dejó de llorar y sin pensárselo corrió alejándose de la valla, , una vez se había alejado lo suficiente, empezó a correr hacia la valla, corriendo , corriendo, corriendo, y de un impresionante salto, pasó por encima de la valla.
Todos los patos quedaron "picoabiertos" , menos Patoribio que reía a carcajadas encima de Potocó.
Potocó y Patoribio llegaron al pueblo cuando la carrera estaba a punto de empezar.
Disimuladamente se colaron entre medio del resto de caballos, que los miraban con extrañeza.
Poco a poco fueron llegando los jinetes , cada uno se llevaba a su caballo para ponerles la silla.
Los jinetes no hacían caso al pequeño Potocó, que estaba en un rincón, medio escondido , con su amigo Patoribio.
El establo se quedó abierto y los dos amigos salieron , vieron que el resto de caballos correteaban por un pequeño prado, calentando los músculos para la carrera, sin mirarse unos a otros.
De repente sonó una sirena y todos los caballos fueron hacia la salida.
Potocó y Patoribio les siguieron hasta la salida, mezclados entre todos.
Un cohete marcaba la salida, todos los caballos salieron al galope y pronto Potocó quedó atrás.
El corría con todas sus fuerzas, Patoribio le animaba , pero veían como los caballos, enormes caballos de carreras, se alejaban de ellos.
Pero a pesar de todo, Potocó no se rendía, corría, corría, corría...
Los caballos empezaron a cansarse y Potocó empezó a alcanzar a algunos, poco a poco se puso en el grupo de cabeza.
El granjero se dió cuenta que eran sus animales y no podía creérselo.
Potocó ya solo tenía a 4 caballos por delante.
De repente , una bandada de patos apareció volando por encima de los caballos , y dando fuertes aletazos y con sus graznidos asustaron a los caballos, que se quedaron frenados en seco.
Potocó y Patoribo siguieron adelante, y sus amigos los patos se fueron apartando para dejarles paso.
Potocó se puso primero y apretó los dientes , siguió corriendo hasta llegar a la meta.
Era el ganador.
El granjero corrió a la meta y se abrazó al caballo, no sabía como había pasado todo, pero estaba muy contento, Potocó era feliz y también lo era Patoribio.
En el pueblo la gente no entendía como un pequeño caballo, montado por un pato había logrado ganar la carrera a esos fuertes caballos de carreras, pero como era el único caballo del pueblo , lo celebraban como si fueran el propio granjero.

A partir de ese día Potocó y su amigo Patoribio eran famosos en el pueblo y todos al verlos pasar por los caminos les aplaudían y jaleaban sonrientes.
Ellos eran los protagonistas, pero ellos sabían que sin la ayuda del resto de patos , jamás la hubiesen ganado.

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