Esta noche, como otros muchos zaragocistas, no puedo dormir, el zaragocismo que corre por mis venas no me deja pegar ojo.
Cuando el balón entraba en nuestra portería a los 15
segundos el mundo se me vino abajo, un mundo zaragocista en el que los
sentimientos pueden más que la cabeza. Algunos siguen sin entender que el Real
Zaragoza es una forma de vida, en el que, al menos para mí, no es necesario
odiar a nadie, para querer más a lo mío.
Llevo toda la noche sin pegar ojo, tal vez a los que no
saben que es sentir muy adentro el amor por un equipo, esto le suene a
exagerado. Tal vez algunos pensarán que hay cosas en la vida mucho más
importantes que unos cuantos hombres que usan el fútbol como un negocio y que
ellos no son merecedores de mis desvelos.
Tal vez el máximo accionista le dé lo mismo que miles de zaragocistas estén, como yo sin poder conciliar un sueño que se ha convertido en pesadilla.
Tal vez el máximo accionista le dé lo mismo que miles de zaragocistas estén, como yo sin poder conciliar un sueño que se ha convertido en pesadilla.
Tal vez al “desaparecido” presidente Molinos, con sus
bolsillos llenos, le dé lo mismo que el dios Morpheo no quiera llevarnos a su
seno tampoco esta noche. Tal vez a los
jugadores, a muchos de ellos que el año que viene ya no estarán en el equipo,
les dé igual que el que escribe estas líneas esté a las 5 de la madrugada
escribiendo tonterías en un ordenador…
Incluso sé que habrá muchos que estarán disfrutando de la
situación, gente a los que las actitudes desde arriba y desde debajo de nuestro
club nos han pasar en 18 años de ser un club querido en toda España tras el ya
muy muy lejano gol de Nayim hasta los cuatro que recibimos en el Villamarín.
No puedo dormir, el Real Zaragoza, se ha convertido en una pesadilla.
Un Real Zaragoza que está corrompido, por arriba, por abajo… en el que la afición está dividida, en el que los jugadores no sienten la camiseta como debieran (sé que generalizar siempre es malo), en el que los periodistas, salvo excepciones, se dedican a tirar piedras sobre nuestro propio tejado, en el que por hablar solo de sentimientos se me ha dicho de todo desde “mis propias filas”…
Un Real Zaragoza que está corrompido, por arriba, por abajo… en el que la afición está dividida, en el que los jugadores no sienten la camiseta como debieran (sé que generalizar siempre es malo), en el que los periodistas, salvo excepciones, se dedican a tirar piedras sobre nuestro propio tejado, en el que por hablar solo de sentimientos se me ha dicho de todo desde “mis propias filas”…
No puedo dormir, porque mi cabeza no me deja, porque mi
corazón está dolido, tal vez, a decir de algunos la culpa es mía por no haber
gritado desde aquí, desde estas líneas contra Agapito, origen de todos nuestros
males, tal vez la culpa es mía porque en lugar de tener la bufanda avispa en la
pared de mi casa no la he puesto en el balcón, aquí en Tierra Comanche, para
decirle a Agapito que se vaya.
Una Tierra Comanche que puede celebrar su permanencia un año
más, mientras nosotros no dormimos.
Una tierra comanche que el año que vienen volverán a estar en la élite, mientras nosotros aún no habremos podido despertar de la pesadilla, porque aunque un milagro aún puede hacernos sobrevivir, este año 2013 está siendo una pesadilla constante, partido tras partido.
Hace semanas decía estar harto, ahora lo único que tengo es sueño, quiero dormir y no soñar, porque los sueños son mentira, y quiero despertar tras haber soñado, porque esta pesadilla es muy real.
Una tierra comanche que el año que vienen volverán a estar en la élite, mientras nosotros aún no habremos podido despertar de la pesadilla, porque aunque un milagro aún puede hacernos sobrevivir, este año 2013 está siendo una pesadilla constante, partido tras partido.
Hace semanas decía estar harto, ahora lo único que tengo es sueño, quiero dormir y no soñar, porque los sueños son mentira, y quiero despertar tras haber soñado, porque esta pesadilla es muy real.
Los que allí estáis, los que podéis gritarle a Agapito que
se vaya hacerlo, bajemos o no el sábado en la Romareda, esperando y deseando
que sean ciertas las cosas que me han contado, y deseando que no nos pase como
cuando el soriano llegó, que desde ciertos sectores creyeron que llegaba el
mismo Dios y solo llegó el demonio.
Un milagro nos puede salvar, una carambola a tres bandas,
pero prefiero no pensar en ello, se me antoja imposible que se produzca, a
pesar de ello y pase lo que pase, seguiré siendo lo que soy, un zaragocista en
Tierra comanche.
No seré zaragozano, zaragocista el primero.
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