Hoy , mi amigo Joaquín nos trae un extenso cuento. a ver que os parece:
Érase una vez…
Un joven de 38 años llamado Tomás, de profesión psicólogo, desde su niñez se sintió atraído hacia esta rama de la medicina, pero no por su capacidad de poder comprender a los demás, de la cual carecía, si no por el sentimiento que siempre habito en el, de que las personas complicaban sus vidas sin necesidad alguna, y el había nacido con el don de dar buenos consejos, al menos el así lo pensaba para si mismo.
El trabajaba en su consulta particular, trabajo al cual destinaba la mayor parte de su vida.
Sus pacientes eran much@s, aunque est@s no se prodigasen por mucho tiempo seguido por su consulta en busca de ayuda, ya que según est@s se sentían delante de su médico… incomprendid@s.
Tan solo los malos tiempos que reinaban en aquel entonces le hacían mantener la consulta llena, por un@s que no volvían, eran otr@s l@s que le visitaban por primera vez.
Era domingo por la mañana, el cielo encapotado amenazaba lluvia, e impedía que los rayos del sol concediesen calidez a su paseo, aún así la temperatura reflejada por los mercurios era tibia.
Era domingo por la mañana, el cielo encapotado amenazaba lluvia, e impedía que los rayos del sol concediesen calidez a su paseo, aún así la temperatura reflejada por los mercurios era tibia.
Sus pasos no eran lentos, ya que cuando uno pasea dándole vueltas a algo en su cabeza, el caminar se torna inquieto y falto de sosiego. Le habían llegado noticias de que algun@s de sus pacientes no volvían por su falta de comprensión hacia sus problemas.
Pero… ¿Qué problemas? Si Marta cree no estar enamorada de su marido ¿por qué dice que sigue con el por el bien de sus hijos?
La solución es dejarle y seguir adelante, es sencillo. ¿Y Luís? ¿A que se compra esa casa y ese coche? si sabe que con su trabajo difícilmente puede contraer esas deudas con el Banco, que me hubiese hecho caso, vende tú casa por una más pequeña y cambia de coche por un simple utilitario.
¿Y Nacho? ¿Qué necesidad tiene de consumir alcohol y drogas? Si uno es tímido no pasa nada, eso se soluciona con valentía y no con la búsqueda de paraísos artificiales, se lo dije bien claro.
Como dije en un principio para Tomás todo era sencillo, desde mi punto de vista extremadamente sencillo.
Perdón por mi opinión, a mí tan solo me contrataron para relatar, no para verter opiniones.
Con las manos en la espalda, y la mirada fijada en el suelo seguía caminando, sin darse cuenta se interno en el casco antiguo de la ciudad, al alzar la mirada quedo perplejo, cinco años viviendo en la misma ciudad, y era la primera vez que se internaba por aquellas calles.
Con las manos en la espalda, y la mirada fijada en el suelo seguía caminando, sin darse cuenta se interno en el casco antiguo de la ciudad, al alzar la mirada quedo perplejo, cinco años viviendo en la misma ciudad, y era la primera vez que se internaba por aquellas calles.
Los comercios estaban cerrados por ser domingo, tan solo las panaderías, reposterías, pastelerías y tiendas de prensa se hallaban de puertas abiertas, y en plena ebullición.
Al final de una callejuela muy antigua vislumbro una fachada que sobresalía de sus vecinas, ¿Qué será aquello? Se pregunto y acelerando su ritmo se planto delante de la casa.
¿Regalos para el Alma? Vaya nombre más curioso para ponerle a una tienda, la verdad que su exterior era muy llamativo.
Un marco de madera noble, y recia bien labrada se extendía por todo su frontal, era de color rojo intenso, en ella se sujetaba una gran cristalera, pero hubo algo que llamo su atención ¿Por qué no se veía nada a través del cristal?
Se quedo en frente a la puerta, cuando de repente un sonido eléctrico hizo que esta se entreabriera, poso su mano en el pomo y entro en su interior, la estancia era luminosa, había innumerables objetos de todo tipo, unos pendían de las paredes, ropas colgadas en percheros, estanterías repletas de libros, incluso zapatos, se acerco para verlos de cerca, y en ello estaba, cuando una voz dulce y aterciopelada le hizo dar un respigo al darle la bienvenida.
Tranquilo siga mirando le estaba esperando, ¿me estaba esperando?
Bueno, bueno, es un decir, contesto con una media sonrisa. ¿Le gustan los zapatos?
La verdad que no tenia pensado cómprame ninguno, pero estos de aquí me parecen preciosos, si me dice su número le saco unos y se los prueba si es su deseo, de acuerdo me los probare.
Aún no había tomado asiento cuando una señora, de piel tersa y brillante, sin arrugas, lo cual contrastaba con una larga y bien cuidada cabellera blanca, y una mirada profunda y azulada se acercaba con paso armonioso con una caja de zapatos. ¿Qué le parecen ahora que los tiene puestos?
La verdad es que son preciosos, dijo, mientras su cara dibujaba una enorme sonrisa, si no me tomasen por loco diría que han sido hechos para mi, ¡¡Me los quedo!! Exclamó. ¿Cuanto le debo? nada, no tiene que pagarme nada, tan solo quiero que disfrute de ellos.
Tomás quedo desconcertado, no esperaba esa respuesta, pero expuesto ante la penetrante mirada azul, que parecía poder leerle los pensamientos, quedo sin palabras.
Salio de la tienda nunca mejor dicho; “como un niño con zapatos nuevos”.
Al llegar a casa le esperaba Susana su novia, hace tres años que eran pareja, y aunque la palabra matrimonio siempre rondaba en sus conversaciones, Tomás que mucho la quería, no estaba dispuesto a casarse.
Comieron mientras Tomás le contaba todo lo acontecido esa mañana, su paseo por el casco antiguo, y el regalo que le habían hecho en esa extraña pero atrayente tienda, regentada por una señora con una presencia tan especial.
Por la tarde se fueron al cine, pero a mitad de la película Tomás empezó a sentir un pinchazo en la planta del pie, pensó que seria alguna piedrecilla, y decidió ir al baño para poder descalzarse.
Una vez en el baño su sorpresa fue mayúscula al ver que no podía quitarse el zapato, era el pie derecho el que le dolía, pero por más que estiraba era imposible sacarlo de su dolorido pie, probó con el izquierdo con el mismo resultado.
¡¡Pero bueno, esto es increíble!!
Después de varios intentos con el mismo final, regreso desconcertado a su butaca.
Una vez finalizada la película, regresaban hacia casa cuando Susana que se encontraba de un humor estupendo, le pregunto; ¿que tal si cenamos en el restaurante vegetariano? hace mucho que no lo hacemos.
Tomás que por el contrario estaba aturdido y con un humor de perros, le dijo de muy malas formas; ¡¡Haz lo que quieras, yo me voy para casa!! Susana sin comprender nada en absoluto guardo silencio y aferrándose a su brazo se encaminaron juntos rumbo a casa. Una vez allí, y con el ánimo de Tomás mas tranquilo, le explico lo que le sucedía.
Los dos intentaron por todos los medios quitarle los zapatos, pero a cada intento estos parecían apretarse todavía más y para colmo ahora le dolían los dos pies. Exhaustos y agotados el sueño se adueño de ellos, y decidieron acostarse.
Tomás… Con los zapatos puestos.
A la mañana siguiente y esperando que todo hubiera sido un mal sueño, Tomás se levanto de un salto y se miro los pies, pero seguían allí, y su dolor de pies cada vez iba en aumento, lo que más le enfadaba es que eran unos zapatos preciosos, y lo raro era que se sentía enormemente atraído hacia ellos.
Fue a la consulta como pudo, y después de despachar a l@s pacientes, porque de la manera que los atendió no puede decirse de otra forma, salio en busca de respuestas y encamino sus doloridos pasos hacia el casco antiguo de la ciudad, busco la calle donde la mañana anterior halló la tienda pero no la encontró parecía como si la tierra se la hubiese tragado, Tomás no salía de su asombro.
Volviendo a casa se encontró con un amigo que le invito a tomar una caña, acepto la invitación y fueron a un bar donde solían reunirse con el resto de amigos.
Reunidos en círculo ante una mesa, dialogaban, reían, agotaban sus cañas y disfrutaban de su compañía, tan solo Tomás permanecía en silencio, y cuando hablo mejor hubiera sido que no lo hubiera hecho, estaba de tan mal humor que sin ningún motivo que nadie conociera, se enfado con sus amigos y los mando a “escaparrar”.
Se levanto y volvió a su casa, los pies le dolían tanto que tuvo que coger un taxi, cuando llego Susana le esperaba, al preguntarle ¿que tal había ido todo? Tomás que estaba de un carácter de mil demonios, y sin venir a cuento le empezó a recriminar actitudes del pasado, y a reprochar cosas sin importancia.
Susana muy disgustada le dijo que se iba a ir a casa de sus padres al menos por una temporada, ella no iba a permitir que le dieran ese trato, cuando estaba a punto de cruzar el marco de la puerta…Tomás se vino abajo y corriendo fue hacia ella rogándole perdón ¿es que no puedes comprender que me duelen mucho los pies? es algo horroroso, ¿de verdad no puedes comprenderlo? Susana con lágrimas en los ojos le dijo; puedo comprenderlo, pero eso es lo que siempre yo busque en ti y no encontré, yo se que me quieres pero nunca te has preocupado en escucharme para comprenderme, tan solo sabes escuchar para dar consejos, según tú… Ese es tu don.
Tomás quedo durante largo rato sentado en el suelo, las palabras de Susana le rebotaban en la cabeza hasta producirle dolor en las sienes. A la mañana siguiente no fue al trabajo, había quedado con sus amigos para disculparse por lo sucedido el día anterior, les explico lo que le pasaba desde que entro en aquella tienda maldita y ahora desaparecida.
Algunos de ellos no salían de su asombro y se lo tomaron a mofa, vamos Tomás estas de broma ¿no? Y finalizaban entre risas, pero… ¿como no vas a poder quitarte los zapatos? vaya excusa que has buscado no tenias nada mejor para inventarte o ¿qué?
De nuevo… Más risas. Tomás al no encontrar compresión a lo que le sucedía quedo mudo, el resto de amigos se levanto y se marcharon haciendo gestos de incredulidad. Tomás siguió sentado solo, cuando Laura una persona conocida ya que frecuentaban desde hace mucho tiempo el mismo bar, pero que nunca habían entablado conversación le pidió permiso para sentarse con el.
A lo que Tomás le dijo; un poco de buen humor no me vendría mal, más sabiendo que pides permiso para sentarte conmigo cuando vas en silla de ruedas.
Los dos se echaron a reír de tan buena gana, que las lágrimas surcaron sus mejillas. He estado escuchando lo que te pasa, y aunque la verdad que es un caso extraño, puedo comprenderte, imagino que ese dolor que padeces te estará haciendo la vida imposible, y esto habrá hecho que tu estado anímico cambie por completo.
Tomás al sentir la comprensión que Laura sentía por el... desnudo su alma, y le contó todo detalladamente, el triste suceso con Susana y su perdida, le hablo de su trabajo y de lo que se rumoreaba sobre el, y como no, todo lo que sucedió aquella extraña mañana donde se calzo los zapatos mas bonitos del mundo, pero que tanto le molestaban.
Laura después de escucharle atentamente le dijo que podía comprenderle a la perfección, ya que ella también se había sentido incomprenda en muchas ocasiones, debido a que al ir en silla de ruedas la visión que tenia de la vida era completamente distinta en muchos aspectos al resto de personas.
Le explicó que con el tiempo había empezado a dar prioridad no al deseo de ser comprendida, si no más bien a comprender ella a l@s demás, sobre todo a l@s que no la comprendían a ella. Tomás se sintió mucho mejor después de haber soltado todo lo que llevaba cargando sobre su espalda, pero aun así el dolor de pies seguía siendo insoportable.
Laura le dijo que tenia que acudir a clase de rehabilitación a un centro de disminuidos que se encontraba cerca de allí, y Tomás se ofreció a acompañarle aún sabiendo del esfuerzo que para sus maltrechos pies suponía. Una vez que llegaron a la residencia, Laura se fue a dar su clase de rehabilitación, a lo que Tomás después de ser presentado y pedir permiso estuvo ojeando el centro.
Su alma rodó por los suelos al ver tanto dolor, había personas que estaban como vegetales posados sobre una cama, esperando pasar a un lugar donde al menos el cuerpo no fuese una traba para su libertad, otr@s iban con sus sillas eléctricas, est@s dentro de sus grandes limitaciones podían mover una mano para manejar el mando que les ofrecía la oportunidad de ir de aquí para allá, en busca de la compañía de otr@s compañer@s, otr@s iban con paso firme manejando sus bastones de cieg@, sentados en un rincón un grupo se comunicaban entre ell@s moviendo rítmicamente boca, brazos y manos.
Sin intercambiar palabra con nadie salio a sentarse a un banco que había enfrente a la puerta de entrada, un cúmulo de sentimientos y emociones empezaron como un torrente de agua a desbordarse dentro de si mismo, sentía un dolor enorme por todo lo que acaba de ver, se sintió tal vegetal en la cama, se sintió sentado en una silla de ruedas, sintió no ver nada, y tampoco escuchar poder.
De repente las emociones amainaron y dieron paso al sosiego, se encontraba bien, se hallaba tranquilo.
Al poco rato Laura acabada su clase de rehabilitación salio a la calle al lugar donde se encontraba sentado Tomás. ¿Estas bien? le pregunto.
Si, me encuentro bien, tan solo me apetecía estar sentado un rato en la calle. Creo que algo te ha pasado tu piel esta más brillante. ¿Tú crees? ¿A que te refieres con mas brillante? Y esbozando una enorme sonrisa le dijo; tranquilo Tomás no pasa nada.
Después de todo el día por ahí, Tomás llego a casa muy cansado tan cansado que se tumbo en el sofá quedando profundamente dormido. Sin darse cuenta se despertó muy tarde al día siguiente.
Al mirar su reloj; ¡¡Cielo Santo!! Son las tres de al mediodía.
Se sentó en el sofá, y al mirar hacia el suelo su rostro mudado por la sorpresa, abría sus ojos y boca. los zapatos ya no estaban en sus pies, se puso en pie de un brinco y se puso a buscarlos, estaban a un lado del sofá, ¿Cómo se habían podido desprender de sus pies mientras dormía?
Los cogió entre sus manos, y lejos de odiarlos volvió a sentir por ellos la misma atracción que el primer día, metió su mano en uno de ellos para poder palpar que era lo que tanto dolor le produjo, cuando algo que había en su interior cayo al suelo hasta esconderse debajo de la mesa, se agacho y vio algo pequeño de color rojo intenso, lo cogió entre sus manos y vio que era un cofre con forma de corazón.
Embelesado estaba mirándolo cuando este se abrió por la mitad, miro dentro de el y en un cristal de espejo en el que se reflejaba su rostro, en líneas azules, de igual color que la mirada que hizo cambiar su vida, se dibujaba la palabra… ¡¡EMPATÍA!!
FIN
hola hola amigo, muy chulo el cartel que has elegido, hacia mucho que no lo leia........... tienes razón..........es largo, je je je. 1 abrazo, chao, chao.
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