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domingo, 21 de abril de 2024

Sufrimiento y honor

 El día empezaba mal, como casi todos últimamente.


Pero centrándonos en el fútbol, prefería no pensar en el der... ni derby ni leches, derby es lo que jugaba el Barbastro frente al Huesca, hace muy pocos años.

Prefería no pensar en el partido, un partido en el que nos jugábamos mucho, demasiado, y en el que , como dice Víctor, había que aflojar el nudo de la soga de nuestro cuello, y de paso, apretarlo al rival.

Las horas pasaban despacio, por un lado estaba deseando que llegasen las 21 horas para empezar, por otro lo temía.

Tras una tarde en la que miré el reloj más de lo habitual, llegaron las 21 horas.

El encuentro en un campo lleno, posiblemente por primera y única vez esta temporada, con un ambiente hostil y un árbitro que no destaca precisamente por sus buenas actuaciones frente a los nuestros.

Pese a todo, los casi 400 zaragocistas en las gradas se hacían oír.

Comenzábamos mal, sin presión, sin ataque, sin nada, yo me temía lo peor.

El Huesca un equipo de los que algunos llaman rocoso, yo diría más bien marrullero, protestando todas y cada una de las decisiones del trencilla de turno, y un Real Zaragoza nervioso, que no se acercaba al área del equipo local con peligro.

El Huesca al cuarto de hora ya nos había puesto los nervios a prueba , en un balón cruzado al área, que Mouriño no debió enviar a corner, solo dejarlo pasar... pero , en ese corner, Loureiro, partiendo del fuera de juego, que ni Ávalos ni el VAR quisieron ver , marcaba un gol en un disparo muy parecido al de Azón la jornada anterior en la Romareda.
Yo, lo reconozco, me hundí con ese gol, por lo visto hasta ahora , ni en este partido , ni en toda la temporada, no creía en la remontada.

El partido siguió por los mismos derroteros, con un Real Zaragoza cada vez más nervioso y el Huesca sin hacer nada, manteniéndonos a raya.

Pero , en el 35, Lluis López , cayéndose, desde el suelo, le da un balón en banda, a Liso, Adrián se lo lleva, recibe una falta al borde del área, merecedora de tarjeta, pero se levanta y sigue, otro jugador más experimentado , aún estaría retorciéndose en el suelo, pero Liso no, Liso llevado por unas ganas, que ojala la tuvieran muchos de los que visten la banquilla, disparó a portería, y con un poco de ayuda del portero rival, todo hay que decirlo, ponía el empate , un empate que despertó al Real Zaragoza y a toda la afición, la de la grada y la de casa.

A partir de ese momento, el Real Zaragoza fue otro. El peligro planeaba el área oscense, hasta que en el descuento, un manotazo en la cara de Javi Martínez sobre Mesa, que el árbitro sacaba fuera del área, a pesar de estar a un metro de la jugada.

Por suerte el VAR esta vez sí acertó y rectificó a Ávalos , pitando este penalti a favor del Real Zaragoza. El propio Mesa se encargaba de convertirlo en el 1 a 2 , a la postre definitivo.
La segunda parte con un Huesca que dio un paso a delante, hacía que de nuevo volvieran los nervios, un reloj que no corría, y que por unos instantes se detuvo, cuando en el min 53, Mesa lanzaba un disparo que Álvaro desviaba lo suficiente para que no entrase, golpeando el larguero, el gol de la tranquilidad, y el que hubiese empatado el golaveraje no llegó por poco.
Con los nervios a flor de piel, cada jugada oscense en nuestro campo podían conmigo, pero el tiempo pasaba, y no llegaba el gol en ninguna de las dos porterías.

En el 76 , tangana en el área zaragocista, codazo a Badía en el salto, agresión sobre Francés, y solo dos amarillas a los oscenses.
La agresión de Obeng debería haber sido roja...

Hasta que de nuevo el árbitro quiso ser protagonista, y a falta de 6 minutos, expulsa a Mouriño, que ya tenía amarilla desde los primeros compases del encuentro, por echar la mano atrás, golpeando al rival sin ninguna intencionalidad.

El Real Zaragoza con 10 y un Huesca lanzado sobre la puerta de Badía, que excepto el gol, resolvía , junto a su defensa todo lo que le llegaban no sin que y notase como que alguien me apretaba el corazón en cada una de ellas.

Luego llegaba la expulsión clarísima de Sielva, siendo el último hombre, cortando en falta a Valera, una vez que este se marchaba en solitario hacia la portería altoaragonesa.
Aún hubo tiempo de dos ocasiones de los de Hidalgo, una de Obeng, sí, el que debería estar en la caseta expulsado, y otra que Badía despejó tras tocar Francés, en lo que hubiera sido un empate  cruel e inmerecido en el Alcoraz.

Y así acabó un partido en el que nos escapamos de la quema , donde nunca deberíamos estar, con 45 puntos, con más 8 sobre el descenso , a la espera de los partidos de hoy domingo.

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