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domingo, 20 de septiembre de 2015

A la segunda (Eibar 0 Torres y cía 2)

Hay veces que la vida te da segundas oportunidades, y eso nos ha pasado a mi hija y a mi, especialmente a ella.
Las casualidades , a veces son caprichosas.
La temporada pasada estábamos en un bar viendo el final de liga en primera, el Eibar ganaba 2 a 0, parecía salvado. Yo, que tras el fiasco de esa temporada (lo podéis recordar aquí) , deseaba su descenso, dije en voz alta que no quería que se salvasen.
Una amiga, con la que estábamos, me dice:
- Oye, que yo soy de Eibar.
Yo perplejo, no tenía ni idea, pero me repuse y argumenté con la historia sucedida con Torres, los motivos de mi animadversión eibatarra.
Ella lo entendió, y me dijo, que me entendía, que si ella pudiese , me habría conseguido las entradas, con su palabra, que este año , si estaban en la misma división que Torres, haría lo que pudiera para conseguirlas.

El Eibar al final bajó, pero los despachos lo volvieron a subir a primera.

Salió el calendario y marqué en rojo el finde del 19/20 de septiembre. Desde ese momento, llamé a Marisa, la amiga de Eibar y con todos avisados esperamos expectantes que pusieran hora al partido.
La suerte empezó a sonreirnos, era en sábado a las 8:30, buena hora para desplazarnos los 110 km que nos separaban de Ipurua.

Desde principios de mes, volví a insistir, con Marisa, ella movía los hilos desde Pamplona, pero como es normal, hasta la última semana no se vendían las entradas.
Mientras el fin de semana anterior, y durante esa semana, el miedo de que una inoportuna lesión de Torres nos dejase sin su concurso , sobrevolaba mi cabeza.
Al final, las entradas llegaron, Torres apenas jugó en champions, y llegaba sano al sábado.

Luego, ya en viernes, la convocatoria, y ahí estaba Torres, convocado.

El sábado, llegaba la primera decepción, todo no podía salir bien. Torres quedaba fuera del once titular, pero confiaba que al menos pudiésemos verlo sobre el campo unos minutos.

Después de comer , salíamos en coche para Eibar, un día soleado , mucho mejor que el frío y lluvioso 31 de enero de la temporada pasada, nos esperaba. Incluso la carretera había mejorado, habiéndose abierto algún tramo del "curvado" puerto de Descarga.
Eran las 17:30 y llegábamos a Eibar. Una ciudad volcada con su equipo, que hasta el Corte inglés permite aparcar en su aparcamiento gratuitamente y hasta media hora después del partido, para facilitar el acceso al campo.
Eibar, una ciudad construida en un valle, con un río que transcurre por el centro, pero tapado y con casas a ambos lados de las montañas que lo rodean. Muchas banderas adornan sus balcones, banderas del Eibar, claro.

Aparqué en el Corte Inglés y salí como pude de ese cuarto sótano.
Tanta profundidad, me desorientó.Salimos a una plaza, y me subí a la montaña equivocada. Llamadas a casa, para ver si desde el pc me orientaban, mi gps del móvil mandándome para donde no era, cientos de escaleras, cuestas, y al final, tuve que hacer lo que no solemos hacer los hombres. Preguntar a uno del lugar.

Llamé a Laura, la persona que por medio de Marisa me había conseguido las entradas, esta me pasó con Fernando y este con paciencia, me "llevo" en la dirección correcta, hasta su casa, a escasos metros del campo de Ipurua.
Me dio las entradas, me indicó el camino a seguir y hacia allí que nos fuimos, con la esperanza de ver llegar el autobús , y ver pasar de cerca a Torres.
Pensábamos que no habría gente, pero estábamos errados de nuevo. Mucha gente se agolpaba en el pasillo formado por vallas y personal de seguridad, el autobús no estaba, y allí, entre la gente se colocaba Myriam, con la esperanza de poder inmortalizar el momento.





Llegó el bus tras una espera de casi media hora. Los jugadores empezaban a pasar, Torres pasó a escasos dos metros de donde estábamos, pero ninguno de detuvo. A ella no le importó, vio a torres muy cerca, a plena luz del día, no como la vez anterior , que ya era de noche y llovía.

Fotos, con el bus y para dentro del estadio a coger sitio.
El sitio, en la fila 1 , tras la portería.
En el calentamiento Torres se quedaba en el centro de campo, por lo que lo veíamos de lejos...

Llegaba la hora de comienzo, el campo lleno, y salían los equipos.En mi cabeza un deseo, tal vez un presentimiento, que el Atleti atacase hacia nosotros en la segunda parte.
La suerte nos sonrió de nuevo, Oblack ocupaba su sitio en nuestra portería.
Con cero a cero llegaba el descanso, yo confiaba en que con ese resultado, Simeone sacase a Torres en busca del gol.
En el descanso a lo lejos, con el preparador físico , Torres y Correa, parecían calentar con más ganas, mientras el resto del equipo suplente peloteaba.
Yo le dije a Myriam:
- Creo que va a salir Torres, la cara se le iluminó.




Todos de nuevo a vestuarios.

Cuando los jugadores saltaban, mi hija decepcionada , me miró y dijo :
- No ha salido Torres...
pero en ese momento, Torres saltaba al campo, unos segundos después que sus compañeros.
De nuevo, esos ojos volvían a irradiar ilusión.


Torres en todo momento luchaba, en defensa y en ataque, a tan solo unos metros de nosotros , Torres se hacía con un balón en el área y daba el pase a Correa para que este abriese el marcador.Era el minuto 16 de la segunda parte.
Myriam me miraba ilusionada, diciendo:
- El pase ha sido de Torres, eh papá, de Torres.



Torres seguía luchando y jugando, nunca he sido muy amigo de su juego, pero viéndolo en el campo, todo cambia. Juega sin balón, tan pronto está defendiendo en su área que atacando en la contraria. Es mucho más de lo que vemos en las pantallas, donde solo vemos lo que sucede alrededor del esférico.
A la media hora, Torres recibe un pase en el área, tras un gran desmarque, se va por velocidad de su defensa, y en la salida bate a Riesgo, con un solo toque, en una jugada parecida en la ejecución a la que nos dio la Eurocopa, la jugada que "enamoró" a Myriam , cuando tenía 4 años y medio.
De nuevo esa mirada ilusionada, de nuevo esa sonrisa, y precisamente eso salió de su boca:
- Papá, ¿has visto?, ha sido igual que la de la Eurocopa, ha marcado Torres igual que el de la Eurocopa.


Si la felicidad se pudiese medir, Myriam en ese momento hubiese sobrepasado los límites.



Disfrutaba cada jugada, cada aproximación, cada toque de balón, y yo disfrutaba con ella.
Al final, 0 a 2, pase de Torres y gol. ¿que más se puede pedir?.

De nuevo a por el coche, esta vez sin sobresaltos, y de nuevo a casa, con la felicidad montada en el asiento de atrás.
llegábamos a casa pasadas las doce de la noche, pero esta vez, sí, esta vez, había merecido la pena.




Quiero cerrar , dando las gracias a Marisa, Laura y Fernando, gracias por hacer que una chica de 12 años se haya ilusionado y haya visto cumplir su sueño de ver jugar y marcar a su ídolo.

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