En Tierra Comanche algunos se extrañaban que yo fuese a ver
el partido el domingo por la tarde. Parece que el mundo se acaba en la primera
división, al no jugar “ellos” parece que no jugamos nadie.
Cuando comentaba a algunos que el Real Zaragoza “jugaba “el
domingo por la Sexta, me miraban extrañados como preguntando: ¿este finde hay
liga?, lo que por un lado me hacía sentir incómodo, ya que tenía que
explicarles que la “segunda” no paraba por la selección.
Pero en el fondo no
me importaba, a estas alturas, como ya he dicho alguna vez, el Real Zaragoza es
una droga para mí. Esa dosis que aunque en ocasiones dañina, mi cuerpo necesita
para seguir adelante.
El domingo, “refugiado” en mi casa, de nuevo me ponía
delante de la tele, esperando que comenzase el partido del Real Zaragoza,
frente a un rival al que hace un par de años posiblemente no pensaba que nos
podríamos enfrentar nada más que en las primeras rondas de copa del Rey.
Los jugadores de la Ponferradina, sin nombre, pero con hechos,
no me suenan de nada, como la mayoría de los que pueblan los campos de la
segunda. Ellos no son mediáticos, jamás hablarán de que han cambiado de
peinado, ni de que tienen botas nuevas… pero hicieron que los nuestros (que
tampoco son mediáticos para nada) sudasen tinta china para doblegarlos.
Entre esos nombres estaba uno que fue protagonista, el
portero del equipo del Bierzo, Roberto Santamaría, que no dejó muy buen
recuerdo, por lo que he leído posteriormente a orillas del Ebro.
Precisamente ese tocayo mío es, desde pequeño, de la
cuadrilla del carnicero de mi barrio, que aunque no le gusta mucho el fútbol,
por amistad si que sigue la trayectoria de su amigo de cuadrilla.
Alguna vez, haciendo la compra he halado con él, de cuando
estaba en Las Palmas, o cuando fichó por el Málaga como tercer portero, aunque
últimamente le había perdido la pista, resulta que se convirtió en protagonista
involuntario del partido, especialmente
tras el segundo gol, por sus airadas e infundadas protestas.
El lunes , no pude evitarlo, bajé a la carnicería, no tenía
nada que comprar, pero me apetecía hablar del tema. Mi carnicero no vio el
partido, como tantos otros, no sabía ni como habíamos quedado, pero reía mientras
le contaba la historia de su amigo. Imagino que al citado no le habría hecho
tanta gracia.
La semana que viene “de nuevo hay liga” , viene a Tierra
Comanche el Barsa, el Osasuna saldrá en los medios, como cualquier equipo que
se enfrenta a los grandes. Mientras nosotros seguiremos desaparecidos, solo
apareciendo en la vida de algunos por historietas como la del amigo del
carnicero.
Porque, aunque el Barsa o el Madrid no jueguen, sigue
habiendo liga, sigue habiendo fútbol, aunque sea un fútbol, reconozcámoslo, tan
pobre como el nuestro. Un fútbol sin honra , pero que poco a poco va sumando
barcos a una flota que puede devolvernos a la gloria de la primera división, a
volver a salir en los medios, aunque sea 4 veces al año.
Y eso es todo lo que tengo que contaros esta vez desde la
tierra comanche, la del portero de la Ponferradina que se tragó la falta de
Víctor que nos dio otros tres puntos en este largo purgatorio de la segunda
división.
No seré zaragozano, zaragocista el primero.
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