sɐsoɔ әnb әs әɯ uɐʌ opuәᴉɹɹnɔo , lɐʇ zәʌ ou uɐƃuәʇ ᴉu sәᴉd ᴉu ɐzәqɐɔ , oɹәd ᴉsɐ ʎos oʎ , ɐ sәɔәʌ oɔol , ɐ sәɔәʌ un oɔod ···

sábado, 16 de julio de 2011

EL PRESENTE (historia de un hospital)

Hola teclas, mientras saco tiempo para pensar en alguna cosa que contaros, he encontrado un viejo correo que me llegó hace años, muchos años, cuando apenas os conoía, cuando escribía a la increíble velocidad de 10 palabras por minuto, siempre y cuando al menos 4 fueran monosílabas.
Posiblemente ya lo conozcais, pero creo que merece la pena recordarlo.
Bueno, al tema:  

Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital. A
uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para
ayudarle a drenar el líquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana
de la habitación. El otro hombre tenia que estar todo el tiempo boca arriba.
Los dos charlaban durante horas.
Hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos, su estancia
en el servicio militar, donde habían estado de vacaciones. Y cada tarde,
cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo
describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana. El
hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que su mundo
se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades, colores del mundo
exterior. La ventana daba a un parque con un precioso lago. Patos y cisnes
jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus cometas. Los jóvenes
enamorados paseaban de la mano, entre flores de todos los colores del arco
iris. Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una
bella vista de la línea de la ciudad.

El hombre de la ventana describía todo esto con un detalle exquisito, el del
otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena.

Una tarde calurosa, el hombre de la ventana describió un desfile que estaba
pasando. Aunque el otro hombre no podía oír a la banda, podía verlo, con los
ojos de su mente, exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus
mágicas palabras.

Pasaron días y semanas. Una mañana, la enfermera de día entró con el agua para
bañarles, encontrándose el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había
muerto plácidamente mientras dormía. Se lleno de pesar y llamo a los ayudantes
del hospital, para levarse el cuerpo.

Tan pronto como lo considero apropiado, el otro hombre pidió ser trasladado a
la cama al lado de la ventana. La enfermera le cambió encantada y, tras
asegurarse de que estaba cómodo, salió de la habitación. Lentamente, y con
dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada
al mundo exterior; por fin tendría la alegría de verlo el mismo. Se esforzó
para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama... y se
encontró con una pared blanca.

El hombre preguntó a la enfermera que podría haber motivado a su compañero
muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana. La
enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni la
pared, y le indico: "Quizás solo quería animarle a usted”
-Epilogo: Es una tremenda felicidad el hacer felices a los demás, sea cual sea
la propia situación. El dolor compartido es la mitad de pena, pero la
felicidad, cuando se comparte, es doble. Si quiere sentirse rico, solo cuente
todas las cosas que tiene y que el dinero no puede comprar.

"HOY ES UN REGALO, POR ESO SE LE LLAMA EL PRESENTE".

Hasta otro día teclas, que os contaré más cosas...

1 comentario:

  1. hola hola amigo, por fin puedo leer los escritos que me enviastes, es muy bonito, me ha gustado mucho. un abrazo chipirón, je je je, chao, chaooooooo

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liztormail@gmail.com