No te va a gustar, te lo advierto. Luego no me digas que no te avisé.
A veces me planteo la vida como un balancín, esos que de pequeños jugábamos de críos. Una tabla que iba oscilando, para un lado y para otro , subiendo y bajando a sus pasajeros.
Cuando naces estás a un lado del balancín, en la parte baja. Allí están todos tus amigos, tus familiares, tu vida entera.
Poco a poco, los familiares, la mayoría de veces "por ley de vida", van haciendo que los familiares más mayores vayan pasando al otro lado.
Los abuelos, los padres, los suegros...
A veces la ley de vida no se cumple y algunos que deberían seguir en tu lado, se van también al otro, familiares de tu edad o incluso más jóvenes, amigos, de esos que encuentras en la vida y ya no sabes vivir sin ellos, también cambian de lado y el balancín se va inclinando cada vez más hacia el otro lado.
Cada vez hay menos que te sujete a la vida, y más en la parte de los que has ido perdiendo
por el camino.
Cada vez estás más alto, cada vez tu lado pesa menos, cada vez que lo piensas, notas que el día en que seas tú el que pases al otro lado está más cerca y yo al menos no tengo miedo a ese día, solo temo llegar sufriendo.
El balancín ya no es divertido, no es un juego, es tu vida, y pronto estará apoyado del lado contrario y tú balancín desaparecerá.